El arte de Serrano apareció en diversos medios como el diario Clarín y las revistas Para ti y Semanario. A continuación se incluye una de esas notas realizadas al artista cubano residente en Argentina.
Este cubano dejó el Caribe para hacer arte con desechos porteños.
Alexei Ramírez Serrano nació hace 41 noviembres en La Habana, casi con la misma revolución de Fidel Castro. Y aunque nunca pensó en abandonar la isla, en donde trabajaba como restaurador de murales en el Museo de la Ciudad vieja, desde hace 6 años vive en "Palermo Hollywood".
En esta zona porteña, el segundo de 9 hermanos también comercializa un abanico de objetos que realiza con sus propias manos. Desde velas artesanales decoradas (elefantes, peces, gatos, formas geométricas y besos de mujer) y hormas de zapatos pintadas, poco convencionales y esculturas con desechos callejeros (fierritos, meditas y tornillos).
"Hago todo a la vista de los clientes y vecinos'', asegura Alexei parado en la puerta de Aché, en Honduras al 4400. Con agradable acento cubano, pero intercalando palabras bien porteñas, el hijo de un conocido actor y una bailarina, que estuvo a punto de recibirse de cura, cuenta que se instaló en ese lugar hace apenas tres inviernos.
Los objetos que hace el cubano incluyen adornos, hormas de zapatos decoradas, velas de distintas formas, esculturas y hasta instalaciones a la vista de sus clientes.
“Antes vendía velas. Hasta que un día, un socio comentó: ‘Y si nosotros ponemos un local’. Fue así que comenzamos a buscar y nos quedamos con éste. Tuvimos suerte, porque en ese momento todavía no tenía la movida que tiene ahora", recuerda el esposo de Romina, la joven argentina con quien se casó en la embajada cubana.
El singular autodidacta, antes de producir velas en nuestro país, trabajó como empleado de un vivero y de un correo privado. "Un amigo que estaba en la industria textil me aconsejó que incursionara en el mundo de las velas, pero con diseños exclusivos", finaliza este versátil personaje de las artes.
Nota publicada en la Revista Semanario del 16 de agosto de 2003. Textos por Juan Ignacio Penlowskyj – Fotos por Roxana Schoijett